martes, 1 de abril de 2014

CRONICA MARATON DE BARCELONA 2014

         
   Correr una maratón significa mucho más que cruzar la línea de meta, supone un desafío personal de tal envergadura que te hace retarte constantemente a tus propios límites y superarlos con creces, con ingredientes tales como constancia, tesón, sufrimiento y grandes dosis de motivación.

Tras cruzar el Arco del Triunfo en Paris y aún con el subidón de la llegada a la meta, inmediatamente me propuse volver a sentir la experiencia de correr una maratón y sin saber muy bien por qué la elegida fue Barcelona.

EL ENTRENAMIENTO

Allá por Octubre, con 5 largos meses por delante y con mucha ilusión así comenzó mi maratón de Barcelona. Sí, así es, porque la propia carrera es simplemente la culminación de un gran viaje que comienza haciendo las maletas con el primer entrenamiento, y finaliza llegando a la última estación, la ansiada Meta.

Dada mi propia situación personal, profesional y familiar, el entrenamiento siempre es en solitario. Muchas han sido las horas dedicadas, con climatología adversa, con sacrificios personales y sobre todo familiares y en todas esas horas de running solitario que dan paso al pensamiento y sobre todo a la reflexión hacen que una de mis conclusiones más importantes, que en parte da sentido a esta crónica es que el éxito (sea cual sea tu definición de éxito) no se consigue esprintando. El éxito no se puede conseguir de la noche a la mañana. El éxito se consigue poco a poco, día tras día, esfuerzo tras esfuerzo. El éxito es una carrera larga, de fondo, que sólo se alcanza a largo plazo.

Durante el entrenamiento tuve un par de competiciones obligadas, esas dentro de mi calendario anual que para mí son sagradas y que además me daban una referencia de cómo iba actuando el entrenamiento en mi forma física. Estoy hablando de la Behobia-San Sebastián y la Media Maratón de Vitoria. Ambas pruebas, las acabé con una marcas muy mejoradas respecto a ediciones anteriores, pero con unos problemas en los gemelos de importancia. Estaba ante la primera lesión de esta maratón y no iba a ser la última.

Tras varias visitas a físios, osteópatas, podólogos y sin percibir un diagnóstico claro fueron pasando los días, semanas y allá por Febrero a un mes de la competición y tras un entreno duro se me instaló una rigidez en la espalda que me impedía incluso hacer una vida medianamente normal. Hablo con Pablo (mi entrenador) y me transmite tranquilidad, es normal me dice, después de someter a los músculos a tanta carga de trabajo.., sus palabras son de ánimos…”no te preocupes, el trabajo ya está hecho, solo falta pasar los apuntes a limpio y que para eso hay tiempo de sobra!!!”

De poco consuelo me sirven sus palabras, mi desasosiego va incrementándose cuando al día siguiente no puedo entrenar, al siguiente tampoco y así discurrió hasta una semana!!! Y lo peor de todo es que se sumaban las molestias, ahora también los abductores, isquiotibiales…Frustración e impotencia es lo que sentía en esos momentos…

Por un golpe de suerte y gracias a Aitziber, que le estaré agradecida toda mi vida, pude contactar con Txema (un mago de la osteopatía) y que fue el que finalmente acertó con mi diagnóstico. Tras una sesión larga y muy dolorosa, pude por fin ver la luz y volver a sentir mi cuerpo, aunque muy dolorido pero con mejoría por momentos…..Esto me haría incluso más fuerte para afrontar el reto y conseguir lo propuesto….

EL DÍA ANTERIOR

Viajamos en tren el viernes a Barcelona y el sábado espero a Ibón (un compañero de trabajo) y vamos directamente a la feria del corredor.

Recogemos nuestros dorsales, y por eso de conseguir que nuestros depósitos de glucógeno estén a rebosar nos quedamos en la pasta party y vuelta por la feria del corredor.

Mucho más pequeña que la de Berlín o Paris pero no por ello menos importante, con algo más de 200 expositores en el que te muestran las tendencias, novedades en el mundo del running…De un expositor a otro y sin perder ojo a todo lo que ofrecían encontré aquello que llevaba buscando durante meses. Una riñonera porta geles. El tamaño idóneo, la goma elástica a la par que cómoda, para llevar en la cadera y sin que se te vaya escurriendo hasta la cintura. Qué suerte!! Las risas fueron sonoras entre los presentes cuando elegí el color…. Pues sí, una ha sido de princesas desde pequeña y además no hay que perder el glamour ni corriendo. El color no podía ser otro que rosa!!!.

Tarde tranquila para no cargar las piernas y sobre las 19:30 nuevamente volvemos a hacer la carga de hidratos, para no variar, cenamos en un italiano. Yo, que no soy muy amiga de la pasta, os puedo asegurar que no voy a probar los hidratos en una buena temporada. Qué saturación!!!.

Vuelta al hotel y dejar todo listo para el gran acontecimiento.

LLEGÓ EL DÍA

Suena el despertador a las 6:00. He dormido bien. Me levanto contenta. Ya sólo quedan escasas tres horas para que se dé pistoletazo de salida, para que todas las dudas, ilusiones, deseos, miedos, nervios, ganas… todo un cocktail de sentimientos y sensaciones acumulados durante las últimas semanas, se esfumen y dejen paso a un precioso y privilegiado recorrido por las calles de Barcelona de 42 kilómetros y 195 metros de distancia.


Salimos del hotel en Dirección a Montjuic y sobre las 7:50 nos juntamos con Ibón para hacernos la foto de rigor, comentar nuevamente nuestra estrategia de carrera y desearnos SUERTE ¡!.

Para Ibón era su primera maratón, pero es uno de esos deportistas con mucha casta, raza y con sobrado potencial y sabía que acabaría como acaban los ganadores…..

Nos deseamos suerte como los campeones y cada uno a su cajón de salida. Me acompaña Aitor hasta el acceso a mi cajón, me repasa nuevamente los puntos kilométricos en los que me estará viendo y nos despedimos.

Allí en mi cajón se vive el ambiente previo a la carrera. Corredores que se saludan, familiares, amigos que se acercan a animar a sus allegados, viejos conocidos que se encuentran y sus conversaciones de mil batallas vividas atrás, gente que calienta, que estiran, fotos de recuerdo, últimos preparativos, colas enormes en los WC que facilita la organización, “date un poco de vaselina”, “¿cuántos geles vas a llevar?”, animadores, gritos, risas, ánimos… en definitiva, ese ambiente previo a toda carrera, un ambiente lleno de expectación y con sobredosis de adrenalina.

Entablo conversación con unos catalanes, intercambiamos nuestros objetivos y sin más se oye el pistoletazo de salida. Primero los minusválidos, luego los pros que dan paso a su vez a los distintos cajones en función del tiempo previsto de llegada. Momento de expectación, nervios y de recuerdos, comenzamos a andar, respiro hondo un par de veces y con la imagen de mis pequeños en mi mente comienza la carrera!!!.

El día es muy caluroso. Ya a las 8:00 contábamos con 17 grados y la previsión es acabar con 25. Temperatura muy elevada para una chica del norte como yo y acostumbrada a entrenar con temperaturas muy gélidas. Decido empezar a un ritmo fuerte y dejar los ritmos más suaves para las horas más calurosas de la carrera que fijo me pasarán factura. Dudo que con el día que contamos pueda cumplir mi objetivo. Bajar de 3:50.

Salida abultada y voluminosa hace que resulte complicado coger el ritmo que te propones. Voy como puedo esquivando a corredores y adelantando posiciones hasta hacerme un hueco y alcanzar el ritmo esperado.

Como por arte de magia me encuentro pasando por la alfombra del km 10 y parece que acabamos de empezar!!. Voy mirando el reloj y el crono marcaba 53 minutos, media de 5:18, perfecto!. Y así van sucediéndose los kilómetros uno tras otro. Con el ritmo de momento controlado y aunque mirando el crono cada kilómetro, al paso por Gran Vía en dirección a la Sagrada familia, me viene un recuerdo especial, grato, la celebración de comienzo de década, 40 años, las tertulias, los paseos, las tardes de compras, la armonía, la alegría y voy repasando una a una a cada una de mis amigas… cómo disfrutamos, nos divertimos e incluso rejuvenecimos…Me siento por un momento emocionada y decido meterme nuevamente en la carrera pues aún queda mucho por delante. ..

Paso la media maratón a 1:50 y a un ritmo medio de 5:14. Me siento fuerte y sigo a este ritmo llegando al km. 30 a una media de 5:11. Hasta yo me sorprendo de lo bien y fuerte que voy y con el día que hace!!. Del km 30 al 35, poco a poco se va dejando asomar el cansancio, la respiración se torna más agitada, la necesidad de beber es mayor, mis gemelos me recuerdan que están ahí y comienzan los primeros calambres, al principio suaves y sin molestar demasiado, pero en progresión ascendente.

Llegado al kilómetro 36 y ya con claros síntomas de cansancio general comienza la batalla conmigo misma, es la hora de que entre en funcionamiento el arma secreta de cada uno…. La cabeza. Sí, porque si alguien piensa que una maratón se acaba con las piernas está totalmente equivocado, la fortaleza está en la cabeza… Esta no tiene piernas, no quita los calambres pero es la que te recuerda todos los duros momentos que has pasado para poder llegar ahí, el sacrificio que me ha supuesto, los días de frío y lluvia,….Y así, absorta en mis pensamientos pasaba por el kilometro 37 y allí me esperaba Aitor, para darme el último mensaje de ánimo antes de enfilar los últimos kms. Mensaje de aliento, que me dio el último empujón de valor para afrontar un reto que se me tornaba complicado.

Los últimos kilómetros fueron de calambres continuos cada vez más frecuentes y dolorosos, el calor se hacía insoportable, a esto se suma cierto dolor abdominal, pero ahora el cuerpo sigue la estela de las directrices de la cabeza. Es en este momento cuando me tengo que repetir una y otra vez….”Esto sólo lo consiguen las campeonas…. Y tú eres una de ellas” y por fin vislumbro la última recta, los 2 últimos kilómetros y encima de subida!!!

Ahora viene el público y con sus ánimos como si de empujones se trataran, me hacen alcanzar el arco del kilómetro 42. Ya sólo quedan 195 metros. Este es el momento que dejo descansar la cabeza y me centro en mi cuerpo, extasiado, dolorido, con muy pocas energías…. ya estoy casi en la meta, me recorre un escalofrío de los pies a la cabeza que hace que se me erice la piel, con un nudo en el estómago que se eleva hasta la garganta no puedo más y como en las anteriores ocasiones, el llanto forma parte de la estampa de la meta, llanto con congoja pero en este caso es de alegría, de superación, de recompensa, de gratitud….

Es complicado transmitir lo que siento en este momento… ´Sólo aquellos que hayan pasado la línea de meta saben de lo que estoy hablando…es algo especial muy especial, es la manifestación constante de valor y superación personal. Es una oda al ser humano y a la demostración de que querer es poder y llegar es ganar.




Por cierto, el crono se paró a las 3horas 47 minutos…


AGRADECIMIENTOS

Sin ninguna duda, este es el apartado más importante de esta crónica. No hubiera sido capaz de alcanzar mi reto si no hubiera sido por la ayuda y apoyo de cuantos me quieren…

A Aitor, por su apoyo incondicional, paciencia y comprensión. Tú sabes, que sin ti esto no hubiera sido posible. La mitad de la medalla es tuya!!!

Un agradecimiento especial para mis niños, Aimar y Zaloa, por mi ausencia en esos desayunos los fines de semana o en los interminables entrenamientos de los domingos, por esas tantas veces que cuando me calzaba las zapatillas y con miradas de tristeza me decían…”ama otra vez te vas a correr?”. No sé como os lo voy agradecer, tesoros!!

A mi gran querida familia, padres, hermanos, cuñados…por estar siempre ahí… En especial a mi madre, por su preocupación, por sus mimos y por cuidarme tan bien como ella sabe hacer.

A mis amigas por sus ánimos, empatía, seguimiento, en definitiva por poder contar con vuestra amistad incondicional.

A mi amigos y compañeros de trabajo Ibón y Aitor, por esos cafés mañaneros cargados de estrategias y recomendaciones. Sobre todo por sus palabras de ánimos, en esos momentos de tristeza y de bajón emocional. Nadie mejor que ellos saben que han sido claves en esta maratón.

A Jose González, por su fiel seguimiento durante todo el entrenamiento, por vivirlo casi como si de su maratón se tratara. En definitiva por estar siempre ahí conmigo. No pierdo la esperanza de volver a correr juntos otra maratón.

A mis compañeros de facultad, que después de habernos reencontrado hace 2 años tras 20 años sin saber de ellos, me he sentido tan querida y apoyada como si el tiempo no hubiera pasado por nosotros.

Eskerrik Asko. Maite Zaituztet